Tony Pérez.
Boquiabierto me ha dejado el ingeniero Alberto Holguín, director ejecutivo del Instituto Nacional de Agua Potable y Alcantarillados (Inapa). Ha revelado en el programa televisual matutino A Diario, que la institución a su cargo carece de un registro de sus tuberías en todo el país. Es decir, desconoce por dónde pasan y, por tanto, sólo sabe de ellas cuando la comunidad reclama por alguna avería.
Como si fuera poco, ha adelantado que para
resolver la carencia de un diagnóstico que sirva de base a la planificación,
necesita por lo menos un año. Ha denunciado también que muchas de las oficinas
de servicios en las provincias son verdaderos chiqueros donde las secretarias
se sientan en bloques de cemento porque carecen de sillas. ¡Válgame, Dios! Una
denuncia para infartar en pleno siglo XXI.
Se trata de agua, un alimento vital que,
por la dimensión de la declaración del funcionario, no hay garantía de que
llegue a los hogares con la calidad establecida por la Organización Mundial de
la Salud/Organización Panamericana de la Salud. Muy diferente a lo que se ha
cantaleteado durante muchos años.
Desde 1978 hemos tenido tres gobiernos del
Partido Revolucionario Dominicano (Guzmán, Jorge Blanco y Mejía), dos del
Reformista Social Cristiano (Balaguer) y tres del Partido de la Liberación
Dominicana (Leonel Fernández). Tres décadas de inadvertencia sólo merecen
calificativos negativos: indolentes, inhumanos, indiferentes. Porque falta de
recursos no es; demasiado dinero gastan los gobiernos en cuestiones menos
trascendentes o innecesarias, sólo para pagar favores de campañas políticas o
satisfacer egos.
Esta grave irresponsabilidad explica el
porqué del gran impacto de las enfermedades hídricas en nuestra población. El
agua mal tratada es uno de los hábitat ideales de Amebas, Salmonellas, E. coli
y otras bacterias que mellan la salud de la gente. No se sabe cuál es el
porcentaje de ausentismo laboral debido a estos microrganismos patógenos; pero
todo el mundo sabe que al doblar la esquina siempre hay alguien quejándose por
dolores estomacales y diarrea atribuibles a parasitosis.
No hay forma de desarrollar un país donde
sus gobernantes sean incapaces de resolver la provisión de agua potable a todos
los hogares, porque una población enferma va a ningún sitio. No lo ha hecho
INAPA; tampoco la Corporación de Acueductos y Alcantarillados de Santiago, ni la
Corporación de Acueductos y Alcantarillados de Santo Domingo. Y eso que apenas
somos cerca de diez millones de habitantes.
Sólo hay que ver el fiasco del “gran
acueducto de Santo Domingo Este”, iniciado en el primer período de Fernández
(1996-2000). Desde el primer día embaucaron a los usuarios diciéndole que
el agua subiría sin problemas a cualquier piso. En residenciales como Bello
Campo, sin embargo, una gota nunca ha pasado ni de visita; aunque, durante 20
años, caen las facturas con las deudas acumuladas. No he visto antes locura
institucional de tal tamaño.
Inapa (igual que la CAASD y Coraasan) urge
de un nuevo enfoque. Imposible alcanzar las ambiciosas metas gubernamentales en
educación, si la población está enferma.
tonypedernales@yahoo.com.ar
Extraído: www.noticiassin.com
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