Franklin Mena.
La iglesia es madre y maestra decía el fenecido Papa
Juan XXIII, y sabe como buena madre y maestra lo que le hace falta a sus hijos.
Y podría agregar, lo que dice para bien o lo que expresa san Juan Crisóstomo,
que cuando no somos obedientes a la iglesia, como oveja con su pastor, nos
convertimos en lobos rebeldes y voraces.
Para esta ocasión el Papa Benedicto XVI ha convocado
a toda la iglesia a vivir un año en torno a la fe, una fe que muchas veces la
presuponemos para conocerla, renovarla, profundizarla, celebrarla, predicarla,
compartirla.
La fe es un don recibido de Dios y es una de las
tres virtudes teologales que conocemos junto con el amor y la esperanza
cristiana. La fe se vive dentro un misterio divino que hace alcanzar en el
corazón del hombre las más hermosas realidades que puede concebir un ser
espiritual como el hombre inspirado por Dios.
El mismo ser humano es un misterio, pues un misterio
es algo que se conforma de muchas realidades; donde el descubrimiento o
conocimiento total no se llega a alcanzarse, pero si amarse, y tenemos como
maestro al mismo Dios que sí nos ha amado y por ende nos ayudará a concebir los
mismos mecanismos que nos pueden brindar la oportunidad de amarnos en fe.
Desde Dios se concede el don de la fe, por eso
es tan necesaria y a la que siempre tenemos que acudir los seres humanos para
poder desear las realidades más importantes de las cosas conocidas o por
conocer en la sublimidades de los procesos de crecimientos.
Las personas concebimos la fe como un mero proceso
de pertenencia o asistencia a reuniones grupal que invocan a Dios por
alguna necesidad, la fe es más que todo eso y se vive en el más humilde de
los estratos.
A menudo nos encontramos con personas que dicen que
han perdido la fe y se sienten mal y prefieren la permanencia en la misma
realidad, pues creyeron no desde Dios sino de sí mismo, en personas, en
instituciones o estructuras religiosas y su fe en Dios nunca fue madurada, y
asistir como decíamos a una reunión religiosa y por cualquier cosa dejar de
asistir, por las razones que sean, no es fe. Dios es nuestro sostén, sin él, al
ser humano se le cae todo, se desmorona todo lo que le conforma.
La fe que estamos llamados los cristianos a predicar
y a practicar es una adhesión a un ser y a los lineamientos que se desprenden de
esa realidad a la cual tenemos que corresponder.
Frente a los que permanentemente nos quieren hacer
perder la fe tenemos la misma ayuda del Señor que nos anima
permanentemente a permanecer firmes aun en medios de olas de tentaciones
que interfieren para que nos dejemos llevar de las debilidades
como son la avaricia, la ambición, poder, pasión.
En este año que viene 2013 la iglesia quiere que
reflexionemos con un lema que reza, con fe y fraternidad construimos la
comunidad, esperando no volvernos a encontrar con precipicio tan hondo donde
cabe cualquier agujero negro del universo por la irresponsabilidad de quienes
nos han gobernado. Feliz Navidad y un bendecido año 2013.
El autor es Párroco
Iglesia
la Carmelita, la Vega
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