Estar casado o vivir en pareja reduce el riesgo de
sufrir demencia y Alzheimer al envejecer en un 50
por ciento, según revela un estudio realizado por científicos suizos y
finlandeses, publicado en la prestigiosa revista British Medical Journal. Los datos también indican que enviudar o divorciarse alrededor de los
cincuenta años triplica las posibilidades de desarrollar demencia.
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Según Miia Kivipelto, coautora del estudio, los resultados tienen un importante valor de cara a la atención médica primaria, y sugiere que un tratamiento preventivo en adultos que han perdido a su pareja podría reducir la incidencia del alzhéimer y la demencia, y evitar así que se cumplan los pronósticos de los expertos, que estiman que en 2040 habrá 81,1 millones de personas afectadas por estas enfermedades.
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Según Miia Kivipelto, coautora del estudio, los resultados tienen un importante valor de cara a la atención médica primaria, y sugiere que un tratamiento preventivo en adultos que han perdido a su pareja podría reducir la incidencia del alzhéimer y la demencia, y evitar así que se cumplan los pronósticos de los expertos, que estiman que en 2040 habrá 81,1 millones de personas afectadas por estas enfermedades.
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¿Qué criterios tenemos en cuenta a
la hora de elegir pareja? Un nuevo estudio revela que el ADN condiciona nuestras
decisiones, ya que preferentemente nos casamos con personas que
comparten una parte de nuestros ancestros.
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Para llegar a esta conclusión, Neil Rish, de la Universidad de California, ha estudiado los efectos del árbol genealógico en la elección de pareja en individuos mexicanos y puertorriquenses. “América Latina, debido a la confluencia de europeos, africanos e indígenas americanos a lo largo de los cinco últimos siglos, nos proporciona una oportunidad única de estudiar la estructura genética de la población” asegura Risch.
Para llegar a esta conclusión, Neil Rish, de la Universidad de California, ha estudiado los efectos del árbol genealógico en la elección de pareja en individuos mexicanos y puertorriquenses. “América Latina, debido a la confluencia de europeos, africanos e indígenas americanos a lo largo de los cinco últimos siglos, nos proporciona una oportunidad única de estudiar la estructura genética de la población” asegura Risch.
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Sus análisis del ADN no sólo revelan que las
parejas actuales comparten ancestros, sino que además las anteriores
generaciones habían seguido el mismo “impulso genético”. Según Risch, este fenómeno no se puede explicar atendiendo
sólo a rasgos físicos como el color de los ojos, la piel o el pelo. “Está claro
que no elegimos pareja al azar”, concluye en un artículo publicado en la revista Genome Biology.
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