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lunes, 17 de diciembre de 2012

El año de la Fe.



Franklin Mena.

La iglesia es madre y maestra decía el fenecido Papa Juan XXIII, y sabe como buena madre y maestra lo que le hace falta a sus hijos. Y podría agregar, lo que dice para bien o lo que expresa san Juan Crisóstomo, que cuando no somos obedientes a la iglesia, como oveja con su pastor, nos convertimos en lobos rebeldes y voraces.

Para esta ocasión el Papa Benedicto XVI ha convocado a toda la iglesia a vivir un año en torno a la fe, una fe que muchas veces la presuponemos para conocerla, renovarla, profundizarla, celebrarla, predicarla, compartirla.

La fe es un don recibido de Dios y es una de las tres virtudes teologales que conocemos junto con el amor y la esperanza cristiana. La fe se vive dentro un misterio divino que hace alcanzar en el corazón del hombre las más hermosas realidades que puede concebir un ser espiritual como el hombre inspirado por Dios.

El mismo ser humano es un misterio, pues un misterio es algo que se conforma de muchas realidades; donde el descubrimiento o conocimiento total no se llega a alcanzarse, pero si amarse, y tenemos como maestro al mismo Dios que sí nos ha amado y por ende nos ayudará a concebir los mismos mecanismos que nos pueden brindar la oportunidad de amarnos en fe.

Desde Dios se concede el don de la fe, por eso es tan necesaria y a la que siempre tenemos que acudir los seres humanos para poder desear las realidades más importantes de las cosas conocidas o por conocer en la sublimidades de los procesos de crecimientos.

Las personas concebimos la fe como un mero proceso de pertenencia o asistencia a reuniones grupal que invocan a Dios  por alguna necesidad, la fe es más que todo eso y se vive en el más humilde de los estratos.

A menudo nos encontramos con personas que dicen que han perdido la fe y se sienten mal y prefieren la permanencia en la misma realidad, pues creyeron no desde Dios sino de sí mismo, en personas, en instituciones o estructuras religiosas y su fe en Dios nunca fue madurada, y asistir como decíamos a una reunión religiosa y por cualquier cosa dejar de asistir, por las razones que sean, no es fe. Dios es nuestro sostén, sin él, al ser humano se le cae todo, se desmorona todo lo que le conforma.
La fe que estamos llamados los cristianos a predicar y a practicar es una adhesión a un ser y a los lineamientos que se desprenden de esa realidad a la cual tenemos que corresponder.

Frente a los que permanentemente nos quieren hacer perder la fe tenemos la misma ayuda del  Señor que nos anima permanentemente a permanecer  firmes aun en medios de olas de tentaciones que interfieren para que nos dejemos llevar de las debilidades como son la avaricia, la ambición, poder, pasión.

En este año que viene 2013 la iglesia quiere que reflexionemos con un lema que reza, con fe y fraternidad construimos la comunidad, esperando no volvernos a encontrar con precipicio tan hondo donde cabe cualquier agujero negro del universo por la irresponsabilidad de quienes nos han gobernado. Feliz Navidad y un bendecido año 2013.
El autor es Párroco
Iglesia la Carmelita, la Vega

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